miércoles, 9 de mayo de 2012

El despertar






Aún somnolienta, como si no dependieran de mí, las fosas nasales se abrieron para inspirar hondo, la parte oculta de los parpados tornaron de oscuros a relucientes, noté una liberación y un resplandor dentro de mí que me llevo a levantarme de la cama de un salto. Fui a la ventana y, por fin, después de varios meses, pude sentir el sol en mi cara con los ojos cerrados dejando que me cegara a través de la piel, cálido y renovador, pude sentir como mis neuronas se iban despertando y mi cuerpo me llevo sin pedirme permiso a la calle. Crucé la puerta que daba acceso a la calle y como un animal que hubiera ivernado todo el invierno, me estiré, desentumecí mis extremidades admiré la calle iluminada, el cielo despejado con alguna nube rebelde y me dispuse a caminar dejando que mis pasos guiaran mi camino. Había olores que casi había olvidado, imágenes nuevas que capturar con mi cámara, un césped verde llamándome a gritos como un maravilloso colchón verde fresquito donde poder perder el tiempo, mientras me descalzaba y las hierba se colaba entrelazando los dedos de mis pies.

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